¿Cómo resumir una vida en primera persona?.
Un día cualquiera me surgió la necesidad de hacer esto, no se que contar, ni que decir, así que seré yo, ni mejor, ni peor, sólo yo, eso sí, con muchos errores. Empezaré por mí infancia, si...
Siempre fui una niña retraída, regordeta y muy rubia, me avergonzaba relacionarme, temía que me contestaran mal y sentirme atacada, no se si esto era por mí...o por mi madre, una pobre mujer que volcó sus frustraciones sobre sus hijos. La verdad es que yo, a ratos, me sentía una niña feliz, me encantaba recrearme en mis historias, las cuales, nunca salían de mi mente, ellas jugaban en mi interior, yo las disfrutaba y hablaba en voz alta, casi siempre sola, claro. Mis historias me trasportaban a un mundo en calma, donde no había lloros, donde el corazón no se encogía y se razonaba, es raro no recuerdo ninguna en concreto, pero sí que cantaba y eso no siempre es bueno, cantar, muchas veces cantas para evadir la realidad y ocultar tu verdadero sentir. Me sonrío al recordarme apoyada contra un mostrador de carnicería, mientras mi madre compraba, con la mirada perdida en un pollo, sí, en un pollo y de carnicería ya podéis imaginar, mientras le hablaba y le contaba mis historias......¡tuve complicidad con un pollo desplumado!, entonces alguien se percató de ello, podéis imaginar mi color, rojo incandescente, al verme descubierta por las gentes del mercado, mi madre me tomó de la mano y no dijo nada, sólo salimos del mercado.
Así, discurrían los días, entre mi timidez y mis historias.
Me gustaba destacar en lo su hacía, pero la verdad es que casi nunca lo conseguía, sin embargo era líder de mis amigos, claro que ser líder de los marginados es un poco confuso, pero eran mis amigos y con ellos me pateaba las calles, me bañaba en la playa, jugaba a la pelota y un sinfín de cosas más.
Un día casi sin esperarlo, me hice mayor y no entendía porque y por que mi vida tenía que cambiar, pero mi madre así lo decidió, aún ahora sigo sin entenderlo, ahora con más motivos, sólo me quedaba mi imaginación y poco a poco un montón de obligaciones y trabajo, al carajo con los estudios, ahora tocaba traer dinero a casa.
Recuerdo que con esa edad todavía era muy frecuente oírme hablar sola y disfrutar de mi imaginación, empezaba a sentirme distinta, necesitaba de lo que yo sola no me bastaba, hasta que un día me enamoré, yo, que había luchado contra ello durante mucho tiempo, por no querer ser la antítesis de mis historias. La realidad del desamor de mi alrededor, me tenía los ojos muy abiertos, aún así, la ley de la naturaleza me tocó y me tocó de lleno. Sin darme cuenta, poco a poco deje de abstraerme con mi imaginación. Durante un tiempo no necesité hacer uso de mi fantasía, hubo en mí un clic, que me transformó casi en otra persona, sin duda no tenía cabida para nada más.
Era algo curioso, mi imaginación estaba aletargada pero yo era inmensamente feliz, éramos inmensamente feliz, los dos.
La verdad es, que no tengo ni idea de como se enamora el resto del mundo, pero si se parece a lo que yo sentí en aquellos tiempos, todo el mundo sin excepción debería estarlo alguna vez, nadie debe perderse sentir ésta sensación tan maravillosa.
Mi enamoramiento pasó y dio paso a un querer racional pero apasionado, regalándonos unos hijos excelentes.
La vida, nuevamente me traía historias a mi cabeza y con ellas me evadía de extrañas sensaciones, las cuales no identificaba, pero mi mente necesitaba de historias para sentirse un poco niña otra vez.
Algo estaba cambiando... y a mí, se me escapaba.
Tarde mucho tiempo en identificar lo que ocurría, mi vida se había convertido en una tremenda soledad en compañía, con la única evasión de mi imaginación. Tremendo infierno de llantos solapados contra la almohada, sueños rotos y mentiras. Años perdidos e irrecuperables, mientras los signos del infortunio se acrecientan en mi cara, aparcando la felicidad en pro del bienestar de los hijos.
Los miedos y la ceguera voluntaria, hicieron de mi y mi familia unos muertos que respiraban mecánicamente. Hasta que un día dejé de respirar, me rompí y fue entonces cuando desperté del letargo, de la auto destrucción, miré a los ojos a mi esposo e hice algo que hacia años no hacíamos, hablar, hablar de sentimientos y escuchar, escuchar para entender y ahí encontramos el principio de un complicado camino, con vistas a un hermoso final.
Las educaciones arcaicas, basadas en respetos que coartan sentimientos, habían provocado la más terrible infelicidad a mi esposo, que amándonos con fuerza, no supo evitar hacernos daño, refugiándose en la lacra de la humanidad y llevándonos a todos al infierno. Una vez con conocimiento, sabiendo de la fuerza del amor y la complicidad recuperada entre nosotros, la lucha comenzó, fue larga y dura, en ocasiones sangrante y complicada, con un final a largo plazo lleno de nuevas ilusiones.
Nuevamente volví a fantasear con mi mente, a evadirme a ratos, pero ahora era diferente, ahora tenía ilusiones y soñaba despierta , soñaba de la mano del recuperado y maravilloso amor de mi vida.
La mente es tan sabía y selectiva, que sabe que guardar y que olvidar, por tanto, hoy por hoy, solo se que despierto junto al hombre de mi vida, que disfruto de charlas en familia, que reímos juntos, que sentimos juntos... y ver los ojos de felicidad de mi hija cuando su padre se acerca y me besa, ese instante, ese, ese no tiene precio.