sábado, 27 de diciembre de 2014

La carcasa de mí felicidad

-La madrecilla del terror Madre de cuatros descendientes, dos varones y dos hembras y me fui a enamorar del príncipe destronado. Clavó su ira en mí desde la primera vez que me vio, yo había llegado para abrir las puertas de su reino y no estaba dispuesta a dejar salir ni entrar a nadie de el. Siempre se rodeaba de fieles vasallos, que alimentaban su oscura sonrisa y le servían por cuatro duros. Intentó comprarme en el minuto cero, pero ésta no se vendía y ahí firme mí sentencia de terror. Pocos podían ver detrás de su maléfica sonrisa, todos parecían felices, yo, simplemente observaba,  al no tener permiso de acceso al clan, la exclusión era evidente y el miedo se hizo presente. Me convertí en la eterna detestada...... ¿Cuánto tiempo aguantaría el amor? -Primer asalto El amor se hace fuerte y el príncipe destronado quiere formar su reino en un pequeño hogar. Nuestro primer hijo, un varón y la madrecilla lo intenta robar sin compasión, ahora sí, lucha de titanes y lo que yo parí se queda aquí. Que difícil es amar desde la soledad en compañía, pero aquel amor me había elegido a mí por algún motivo y casi sin saber cómo, los años se sucedieron. La lucha era constante y el daño recibido era capaz de atravesar muros para entrar en mí mente y acabar conmigo desde el interior. La vida se me hacía cruel y el amor tambaleaba, pero habían pinchado en hueso y ésta luchaba. En la lucha, mí salud mermaba a pasos agigantados, pero conseguí engendrar a mí princesa, que trajo nuevas esperanzas de felicidad. -Segundo asalto El príncipe destronado era feliz en su hogar, pero seguía marcado por la indiferencia de la madrecilla y ésta, descargaba su furia en él por haber creado su propio reino y no haberle cedido sus vástagos. La madrecilla lo dañaba restregándole en su cara un excesivo amor hacia el hermano menor, curiosamente varón, mientras las hermanas copiaban la oscura sonrisa de la madrecilla. El príncipe destronado no se daba cuenta que estaba dañando a su familia, se centro en conseguir amor de la madrecilla, de ese que añoraba desde el destrono, a tan corta edad que no le dejó ni recuerdos y sin darse cuenta que aquello que le cegaba no era amor, era veneno, se alejaba más y más de su hogar. La madrecilla se engordaba del sufrimiento de aquella preciosa familia, de la que él se alejaba ganando ella la batalla. -Tercer asalto La madrecilla cruel como nunca, jugaba con el príncipe destronado y sus sentimientos, destrozándolo hasta el punto de jugar con la muerte. ¿Cuánto daño puede hacer una madre? Yo no entendía aquello, el amor tiene que ser libre y mis hijos amaban a su padre y él los dañaba como su madrecilla hacía con él, con la diferencia que mis hijos tenían una madre que los amaba libres. Ahí fue cuando entendí, por lo que aquel amor me había elegido a mí. Parada, inmóvil frente a mí amor destronado, casi  muerto, ví pasar momentos mágicos que no quería dejar escapar y renací de mis cenizas disponiéndome a salvarle la vida. A partir de ahora no se aceptarían asaltos, ahora se lucharía desde el amor. -Aceptación La madrecilla dentro de su ego, no quería matar a su príncipe destronado y se tuvo que apartar en contra de su voluntad. Yo había construido una carcasa que me protegería de ella y así, me dispuse a trabajar, sí bien sabía que no debería de bajar la guardia. El mal dispone de muchas caras. Descubrir las tropelías realizadas en nombre del amor de una madre me asqueaba, a la par que despertaba más misericordia en mí hacia mi esposo, el príncipe destronado. Tuve que aprender que él amaba a su madre, para recordarlo y repetirlo para poder mirarla. El recorrido no fue fácil y para cerrar heridas hubo que coserlas bien, sufriendo todos los miembros con cada puntada. -Colorín colorado El príncipe destronado aprendió a vivir sin trono y a valorar sobre todo a su familia, amando a su esposa y respetando a su madre"cilla" Todavía en algún silencio incómodo, se escucha la sonrisa maléfica de la madrecilla.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Tú no eres rey

Hoy te desprendiste de los bienes que antaño cuidabas como un tesoro, tesoro que te acercaba ha diferentes gentes, pequeños fantasmas que revoloteaban a tú alrededor intentando hacer creer que eran tus amigos. Sin duda te sentías como un gran rey rodeado de tesoros.
Y te preguntas...cómo un rey con sus vasallos se siente tan solo....
Hoy te desprendiste de tus bienes materiales y encontraste todo lo mejor que hay en ti.
Descubriste por fin la verdadera vida, esa que te llena el alma de sonrisas, esa que con un suspiro detienes el tiempo, para disfrutar lo que al fin puedes sentir, el bienestar de que te amen a ti.

La carcasa de mí felicidad

-La madrecilla del terror

Madre de cuatros descendientes, dos varones y dos hembras y me fui a enamorar del príncipe destronado. Clavó su ira en mí desde la primera vez que me vio, yo había llegado para abrir las puertas de su reino y no estaba dispuesta a dejar salir ni entrar a nadie de el. Siempre se rodeaba de fieles vasallos, que alimentaban su oscura sonrisa y le servían por cuatro duros. Intentó comprarme en el minuto cero, pero ésta no se vendía y ahí firme mí sentencia de terror. Pocos podían ver detrás de su maléfica sonrisa, todos parecían felices, yo, simplemente observaba,  al no tener permiso de acceso al clan, la exclusión era evidente y el miedo se hizo presente. Me convertí en la eterna detestada...... ¿Cuánto tiempo aguantaría el amor?

-Primer asalto

El amor se hace fuerte y el príncipe destronado quiere formar su reino en un pequeño hogar. Nuestro primer hijo, un varón y la madrecilla lo intenta robar sin compasión, ahora sí, lucha de titanes y lo que yo parí se queda aquí. Que difícil es amar desde la soledad en compañía, pero aquel amor me había elegido a mí por algún motivo y casi sin saber cómo, los años se sucedieron. La lucha era constante y el daño recibido era capaz de atravesar muros para entrar en mí mente y acabar conmigo desde el interior. La vida se me hacía cruel y el amor tambaleaba, pero habían pinchado en hueso y ésta luchaba. En la lucha, mí salud mermaba a pasos agigantados, pero conseguí engendrar a mí princesa, que trajo nuevas esperanzas de felicidad.
-Segundo asalto

El príncipe destronado era feliz en su hogar, pero seguía marcado por la indiferencia de la madrecilla y ésta, descargaba su furia en él por haber creado su propio reino y no haberle cedido sus vástagos. La madrecilla lo dañaba restregándole en su cara un excesivo amor hacia el hermano menor, curiosamente varón, mientras las hermanas copiaban la oscura sonrisa de la madrecilla. El príncipe destronado no se daba cuenta que estaba dañando a su familia, se centro en conseguir amor de la madrecilla, de ese que añoraba desde el destrono, a tan corta edad que no le dejó ni recuerdos y sin darse cuenta que aquello que le cegaba no era amor, era veneno, se alejaba más y más de su hogar. La madrecilla se engordaba del sufrimiento de aquella preciosa familia, de la que él se alejaba ganando ella la batalla.

-Tercer asalto

La madrecilla cruel como nunca, jugaba con el príncipe destronado y sus sentimientos, destrozándolo hasta el punto de jugar con la muerte. ¿Cuánto daño puede hacer una madre? Yo no entendía aquello, el amor tiene que ser libre y mis hijos amaban a su padre y él los dañaba como su madrecilla hacía con él, con la diferencia que mis hijos tenían una madre que los amaba libres. Ahí fue cuando entendí, por lo que aquel amor me había elegido a mí. Parada, inmóvil frente a mí amor destronado, casi  muerto, ví pasar momentos mágicos que no quería dejar escapar y renací de mis cenizas disponiéndome a salvarle la vida. A partir de ahora no se aceptarían asaltos, ahora se lucharía desde el amor.

-Aceptación

La madrecilla dentro de su ego, no quería matar a su príncipe destronado y se tuvo que apartar en contra de su voluntad. Yo había construido una carcasa que me protegería de ella y así, me dispuse a trabajar, sí bien sabía que no debería de bajar la guardia. El mal dispone de muchas caras. Descubrir las tropelías realizadas en nombre del amor de una madre me asqueaba, a la par que despertaba más misericordia en mí hacia mi esposo, el príncipe destronado. Tuve que aprender que él amaba a su madre, para recordarlo y repetirlo para poder mirarla. El recorrido no fue fácil y para cerrar heridas hubo que coserlas bien, sufriendo todos los miembros con cada puntada.

-Colorín colorado

El príncipe destronado aprendió a vivir sin trono y a valorar sobre todo a su familia, amando a su esposa y respetando a su madre"cilla" Todavía en algún silencio incómodo, se escucha la sonrisa maléfica de la madrecilla.

martes, 16 de diciembre de 2014

Y se cree la mofa que es alguien...

Allí, al pie de un majestuoso castillo estaba ella, como una insignificante piedra. De las más altas torres se asomaban las crueles mofas, que insultaban a la pequeña piedra con improperios que caían como patadas. La pequeña piedra, sin ánimo de desfallecer, con cada patada propinada se impulsaba un poquito más arriba. Las crueles mofas, tan ensimismadas, no se percataban del avance de la piedrecita que con cada insulto se hacía más valiente y volaba aún más alto con cada patada. Seguían riéndose, protegidas por los muros del castillo, mientras la pequeña piedra se rebozaba en arena para llorar y así no alimentar el ego de las crueles mofas. El sufrimiento era inmenso para la piedra, pero claro... las piedras no tienen corazón
¡qué más da el dolor!
Las crueles mofas se reían a carcajadas, tanto, que hacían temblar los muros y las torres se balanceaban perdiendo su estabilidad. Tanta carcajada y balanceo las quebró y se empezaron a asustar, aquellas mofas no se reían tanto ya.
Perplejas vieron como la piedra había avanzado casi a su altura, pero fuera de los muros y respiraban tranquilas, la piedra no tenia torre.... y comenzaron  nuevamente a reír, pero la piedra no parecía molestarse por sus risas, al contrario, parecía ganar en color, estaba segura en aquella altura y decidió relajarse al sol, soplaba una suave brisa que su piel rasgó, era una maravillosa semilla que allí germinó, con grandes raíces que a las piedras se agarró. De grandes ramas se forjó y para un futuro más simientes dejó.
Quedaron las mofas calladas, observando bien a su alrededor, sus grandes torres se agrietaban y en arena se tornaban, sólo era cuestión de tiempo.
Aprenderán o se reirán.....

Agobio

Esta sensación se apodera de su mente, le transforma en lo que no quiere ser y deja salir toda su rabia. Todo y todos le parecen mal. No puede ver nada bueno en ellos y se refugia en su soledad, esa que le libra de las falsas sonrisas. Es su soledad, la que le hace pensar en que hace mal. Se siente pobre, pobre en amigos, pobre en sentimientos sinceros y rodeado de gente falsa, que sin ningún mérito adoran a otras sin calidad humana. De ahí nace su confusión, será el, siempre fue de difícil relación, o será, que tanta mierda a su alrededor le altera. Se lo pregunta a diario y no sabe si entrar en el juego, para tener una falsa compañía, o por el contrario, ser una sincera soledad. En su saturada confusión, sabe que no se le valora, sólo es, ese punto de aprovechamiento de otros y se siente triste, solo en compañía, de ahí, que prefiera su soledad elegida, ésta soledad, que le abre los ojos cada vez más, para saber quien le aprecia de verdad. Triste, porque ve lo solo que está y seguirá estando, preguntándose por qué el ser humano es tan poco humano y entregando su cariño a quien más lo necesita, que en ocasiones ni siquiera son personas, son animales, con más calidad de sentimiento que muchos humanos. El único consuelo que le queda es el de los tontos, saber que su mal, es mal de muchos.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Desorbitada

Calada hasta mi interior, es olerte
y explosiona una revolución.
Habré de tenerte o enloqueceré de repente.
Fuera la compostura!
con pensar bajo tu cintura.
Sábanas arrojadas, tras historias apasionadas.
Lechos de fuego con cuerpos en juegos.
Almas castigadas por enseñanzas pasadas, que creen hacer mal, al disfrutar del amar.
Y me aman y me dejo amar.
Se desorbita mi mente y parecen quebrar mis cimientos y es que no miento, te necesito en mí adentro.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Muñecas de papel

Princesas de fiesta y colorín, preciosas criaturas danzarinas de infancias sacrificadas. Esfuerzos vitales para ser la mejor, pies castigados y encallados con dolor, que consiguen cuerpos magníficos que gustan al trovador, que te embauca al oído con cantos de amor. Pequeñas mujercitas que bailan con pasión, que tras bambalinas despiertan al amor. Pobre bailarina que se enamoró del hombre sin corazón, aquel que de niña la enseñó y de mujer engañó. Se acabo el confeti de la ilusión, que al suelo cayó como lágrimas de aflicción, por un desengaño lleno de cruel dolor. Ya no bailas princesa, qué fue de tu ilusión. Dejemos que pase el  tiempo y mires atrás sin rencor, que brille la pequeña bailarina que aún guardas en tu interior.

martes, 9 de diciembre de 2014

El dueño de mí secreto

Poseedor de mí sueño y amante de mí cuerpo, solo tú sabes tomar mí secreto y provocar el placer fuera de los dominios de la razón. Guerra constante entre latidos, suspiros y pasión. Creo volverme loca, cuando tus dedos me tocan, pierdo el sentido, sí me susurras al oído. Tus manos desatan mí locura, sí me tocas a oscuras, tus dedos sigilosos me devuelven a la cordura. Besos mojados en boca de enamorados. Dueño y señor de mí secreto, que tuyo lo haces, que cuidas y honras con amor, porque solo así un secreto puede ser de dos.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Letras del corazón.

Necesito contarte como me siento, te lo escribo para que lo leas en silencio, para que lo sientas por dentro. Me regalas cada mañana el suspiro de una mujer enamorada, privilegio sufrido y merecido. Supongo, que esto es una más de las incoherencias que tiene la vida, cuando tienes juventud no tienes experiencia y ésta, se cobra con tus años de gloria la experiencia que te presta. Cada día te observo y digo, ahora sí, ahora sí te miro y siento que eres el mejor regalo que entra cada día por la puerta de casa. Yo, me enamoré de un niño de ojos brillantes y sonrisa picarona y he descubierto un gran hombre, el mejor hombre, sin duda, para mí vida y nuestra familia. No sé ...no te voy a mentir, no se sí volvería a pasar por lo mismo para reencontrarte, pero llegados hasta aquí, sólo puedo decir que te quiero y que sí tú sonríes me siento feliz y que sí temes, yo temo por ti. Hay veces que me siento en deuda con el tiempo, creo que soy tan feliz y tanto rato, que no merezco serlo, luego ...luego recuerdo que esto es un intercambio de lágrimas por sonrisas y que el tiempo aún me debe muchas sonrisas, tantas, como para disfrutar el resto de mí vida junto a ti. Y aunque hay veces que me asalta el temor, se que te hiciste fuerte y te armaste de valor. Me enamoré para siempre y mí alma lo sabía. Te quiero.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Castillos de arena.

Su belleza se tornaba fría y dura, pero sin duda espectacular. El hombre con poder la anhelaba y ella se vendía al mejor postor. Se dejó caer suave en los brazos del poder, sin darse cuenta que sería su castigo. Disfrutar de los logros de otro, sin trabajo alguno, le reportaba un placer casi orgasmico. Pensó que podía vivir sin amor, ella hacía con su cuerpo, no más que una transacción económica. El paso de los años la trataba muy bien y vendía su amor como sí de cuento sobre papel se tratara. Nunca se paró a reflexionar hasta que un día despertó en la realidad, se había enamorado del hombre y no del poder, fue ahí, donde empezó su castigo. Empezó a saber lo que es miedo, miedo a envejecer, miedo a perder lo que se ama. Ella sabía que los hombres sólo veían su físico y nunca le había importado, pero hoy era diferente. El miedo le enseñó el camino de la no autoestima y poco a poco se vio deteriorar. Ahora sí necesita amor, un amor del que carecía, aquel que nunca tuvo y hoy quería obtener. La vida le entregaba, no más, lo que sembró, así que, ésta vez fue el poder quien la cambió y nunca pudo dulcificar su belleza que ésta vez se torno en amarga y triste.

martes, 25 de noviembre de 2014

Un cuento de final azul.

Ella, tenía algo especial que le hacía brillar, ya estuviera entre fregona y platos o celebración especial. Ella, era toda una dama con destellos en azul. Tenía un sentido especial para detectar malos sentimientos, con solo cruzar mirada, los podía casi leer en el pensamiento del otro. Una mañana de domingo, decidió ir a pasear con unos amigos, para luego comer juntos. Una vez en el salón de comidas, empezó a sentir una mala vibración, alguien miraba con desprecio a otro. La dama intentaba tener una comida agradable, pero aquella sensación la alteraba, sentía como en ella misma aquella mirada de desprecio, que no podía definir de quien y hacía quien era, pues el salón estaba lleno de comensales. En su intento de sentirse bien, miraba a todos cuantos podía mirar, intentaba detectar quien era y poder protegerse ante aquella nefasta sensación. Así, logró ver quien era y a quien lanzaba la mirada de desprecio, pero no podía hacer nada, era una mirada tan fuerte que casi apagaba toda su luz y se sentía desvanecer. Aquella mala mirada iba dirigida a una señora anciana, deteriorada sin duda por el paso del tiempo y que seguramente no dispondría de mucho recurso económico. Estaba sentada a la mesa junto a cuatro jóvenes, pudieran ser sus nietos. Estaba sentada en una esquina del salón junto a la ventana y curiosamente era un joven de su misma mesa quién le propinaba la mala mirada. La dama azul no disfrutaba de la comida y sus amigos notaban su malestar, ella, se excusaba y tomaba fuerza de las miradas de sus amigos. Luchaba contra el mal sentimiento de aquel joven, que cruzaba mirada con ella, por la casual y estratégica situación de las mesas del salón, sus miradas se cruzaban a intervalos. La situación llevaba a los límites a la dama, aquel mal sentimiento la agotaba y sin mediar palabra se levantó, atravesó entre mesas el salón y se acerco a la anciana, la saludó amablemente y luchó mirada con mirada con aquel joven, que se sintió dominado por la fuerte y calmada mirada de la dama azul. Enseñandole a ver más allá de una piel arrugada, vio, toda la experiencia que guardaba en el interior. Quedando embelesado, el joven, por el singular brillo que desprendía aquella mujer, el joven e inexperto entendió, que todos en algún momento y con suerte, seríamos ancianos y que es, todo un orgullo tener frente a frente tanta sabiduría concentrada en un frágil y arrugado cuerpo anciano. Así todos felices, comieron perdices........ FIN

domingo, 9 de noviembre de 2014

Érase una vez, que fue.

Érase una vez que fue, de una diosa valquiria que se enamoro del más común de los mortales, un guerrero por supervivencia. Mortal, que por no tener, no tenía ni sangre pura, era, lo que se puede conocer como un híbrido, nacido de mezcla de razas. Ella descendía de los grandes dioses, guerrera y hermosa que bajaba a los campos para refrescar su mente y él, su guerrero, su amado, que se cobijaba ante la fría noche para calentar sus sueños. Así, como si de un sueño se tratase, él se enamoró perdidamente. El amor se abrió camino tras escarpadas montañas repletas de guerras, guerras entre hombres, hermanos contra hermanos, pero su guerrero salía indemne de todas y cada unas de las batallas. A la caída del sol, su amada se le hacía presente para regalarle su más preciada esencia. Se fundían en caricias y besos de amor, ocaso tras ocaso, batallas tras batallas. Y así, aquellos duros y tristes días que vivía la humanidad se les hacia llevaderos. Ella era su musa, su protectora, su amada y él, él no entendida como podía despertar ese gran amor en ella. Él, él se sabía un ser inferior. Cierto es, que ella habría de ser superior, ella sabía que la sangre no tiene estatus, ni diferencias de color. Ella sabía que todo lo nacido del amor habría de ser sano. Así pues, le regaló a su guerrero el más preciado fruto, le engendró a sus hijos y los trajo sanos al mundo, enfadando así a sus dioses y marcando éstos a sus hijos por el resto de los tiempos. Estos hijos, pasarían por herencia a su descendientes un corte en la barbilla, que sería la marca que los definiría como hijos insanos del amor entre una diosa caída, una valquiria y un común mortal. Dioses engreídos, habían creado sin saberlo, la marca de amor más grande de todos los tiempos. Marca de nacimiento que tendrá cualquier otra forma, apariencia o lugar, según amemos a través de los tiempos.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Bajo la marquesina

Más allá de lo que uno puede imaginar, existe ese instante en que nos embarga la felicidad. Le sudaban las manos y se las aireaba como niño pequeño ante algo extraordinario y para él era, su gran momento. Estaba apunto de encontrarse con la mujer que anhelaba, pues él, sentía que aquello que le burbujeaba en su interior era más que amor. Habían quedado en la misma marquesina de autobús donde bajaría ella y luego, irían juntos caminando al cine. Él, se manejaba inquieto al borde de la acera, bajaba y subía de ella constantemente y sus rodillas temblorosas parecieran hacerle bailar. En la espera, fantaseaba en como actuaria con ella en el cine, imaginaba escenas de películas, en la cuál, la pareja se rozaba sutilmente y intercambiaban miradas de amor. Sus manos sudaban cada vez más y seguía aireándolas y moviéndose con pequeños saltitos. Cada vez que veía venir un bus, intentaba disimular su nerviosismo, se retiraba del borde de la acera, no era plan dejarse atropellar, con sus manos sudorosas se agarraba las rodillas bailonas, era entonces cuando se mordía los labios. En otro tanto, ella subió al bus y se sentó junto a la ventanilla, recogiéndose en sí, cuál niña educada, iba imaginando el momento de verle. Su cara dibujaba una sonrisa perpetua y su estomago tenía el capricho de encogerse cada vez que se ve en situación comprometida con él, es su imaginación y hace con ella lo que quiere, no, sin mirar antes si alguien le observa. Toda sonrojada por sus pensamientos se le escapa un suspiro e intenta disimular, empieza a sentir calor y se recoge el cabello. Su estómago vuelve a encogerse y aprieta sus piernas, su parada está próxima. El trayecto se hace infinito a la par que corto, tremendamente corto, ahora es ella quien tiembla y baila al son de sus rodillas, alguien, pulsó el timbre de su parada y respiró aliviada, no sabía si podría llegar, sus piernas no querían obedecer, sólo atienden al baile de nervios. Y el bus llegó a su destino...y en ese momento concreto, voló la felicidad con hermosas alas blancas y aminoro su vuelo para rozarles con su tenue brisa, ambos sonrieron y se encontraron bajo aquella simple marquesina de bus, que en aquel momento cobijaba la felicidad de dos enamorados.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Picantón, pero siempre sutil, nunca obsceno.

Sí quería, podía transportarme a todo un mundo de placer. Durante el día, iba y venía con pequeños susurros al oído, que hacían despertar mi fuego interior, que a la par que, lo avivaba con algún beso, lo dejaba reposar en cálidos rescoldos, para reencenderlo con fuerza con alguna sutil caricia en el lugar adecuado. Sabía como tenerme dispuesta en cualquier momento, aveces llegaba a un punto de excitación que perdía el control y era el mismo quien me retaba a controlarme, juego peligroso, que no sé, si me apaciguaba o me excitaba aún más. Como hembra agitada pasaba el día, deseando cayera el sol para perder la compostura y poder dar rienda a mis deseos. Caída la tarde y refugiada en la tenue oscuridad del momento, busco a mi hombre, cual perdido sabe, que solo puede hacerme suyo y cumplir con lo prometido por el día. No importa el lugar, voy hacia él y sin mediar palabra me besa con tanta fuerza que me golpea contra la pared, ejerce su fuerza contra mi, retiene nuestras ganas llevándome despacio hacia la cama, lugar donde me dejaré llevar entre sábanas. Goza del maná de entre mis muslos y nos fundimos en un sin fin de caricias, llegando esta vez sí, al más hermoso de los placeres entre un hombre y una mujer.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Érase una vez

Érase una vez dos amigas que se encontraron sin buscarse, una todo visceral y otra sentimental, la noche y el día, eran sin plantearselo el desahogo una de la otra, un tándem perfecto.
Cada día estaban juntas y buscaban diferentes formas de evadirse, es muy probable que ni ellas supieran que huían, aún no tenían conciencia de ello, pero juntas, disfrutaban como niñas aunque no lo fueran.
Todos los días hablaban y siempre tenían tema para conversar, largo y tendido.
Era impresionante oír como se reían juntas, daba igual el lugar, un supermercado, una cafetería, una reunión escolar, cualquier lugar era bueno para estar bien.
Más de una vez, una le dijo a la otra, "si alguna vez nuestras vidas cambian y nos separamos por circunstancias, siempre nos quedaran estos recuerdos" y automáticamente se hacía el silencio para nuevamente reír a carcajadas.
Fueron cómplices en casi todo, en el colegio con los hijos, cuando salían juntas e incluso con otras amigas, tenían tal complicidad que no necesitaban hablarse entre ellas. En alguna ocasión debieron de ser odiadas, pues se fueron fiel hasta el presente y eso levanta escamas.
Hoy sus vidas han cambiado, casi no se ven, pero se recuerdan en cada gesto, en cada cerrar de ojos y aunque sean muy diferentes hoy sus vidas, se sonríen cuando se recuerdan, porque hay momentos que simplemente son y eso no se cambia. Ellas ya tuvieron su momento y lo exprimieron al máximo.
Cuando la amistad es de verdad no la borra ni un huracán.