martes, 16 de diciembre de 2014

Y se cree la mofa que es alguien...

Allí, al pie de un majestuoso castillo estaba ella, como una insignificante piedra. De las más altas torres se asomaban las crueles mofas, que insultaban a la pequeña piedra con improperios que caían como patadas. La pequeña piedra, sin ánimo de desfallecer, con cada patada propinada se impulsaba un poquito más arriba. Las crueles mofas, tan ensimismadas, no se percataban del avance de la piedrecita que con cada insulto se hacía más valiente y volaba aún más alto con cada patada. Seguían riéndose, protegidas por los muros del castillo, mientras la pequeña piedra se rebozaba en arena para llorar y así no alimentar el ego de las crueles mofas. El sufrimiento era inmenso para la piedra, pero claro... las piedras no tienen corazón
¡qué más da el dolor!
Las crueles mofas se reían a carcajadas, tanto, que hacían temblar los muros y las torres se balanceaban perdiendo su estabilidad. Tanta carcajada y balanceo las quebró y se empezaron a asustar, aquellas mofas no se reían tanto ya.
Perplejas vieron como la piedra había avanzado casi a su altura, pero fuera de los muros y respiraban tranquilas, la piedra no tenia torre.... y comenzaron  nuevamente a reír, pero la piedra no parecía molestarse por sus risas, al contrario, parecía ganar en color, estaba segura en aquella altura y decidió relajarse al sol, soplaba una suave brisa que su piel rasgó, era una maravillosa semilla que allí germinó, con grandes raíces que a las piedras se agarró. De grandes ramas se forjó y para un futuro más simientes dejó.
Quedaron las mofas calladas, observando bien a su alrededor, sus grandes torres se agrietaban y en arena se tornaban, sólo era cuestión de tiempo.
Aprenderán o se reirán.....

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