jueves, 25 de diciembre de 2014

La carcasa de mí felicidad

-La madrecilla del terror

Madre de cuatros descendientes, dos varones y dos hembras y me fui a enamorar del príncipe destronado. Clavó su ira en mí desde la primera vez que me vio, yo había llegado para abrir las puertas de su reino y no estaba dispuesta a dejar salir ni entrar a nadie de el. Siempre se rodeaba de fieles vasallos, que alimentaban su oscura sonrisa y le servían por cuatro duros. Intentó comprarme en el minuto cero, pero ésta no se vendía y ahí firme mí sentencia de terror. Pocos podían ver detrás de su maléfica sonrisa, todos parecían felices, yo, simplemente observaba,  al no tener permiso de acceso al clan, la exclusión era evidente y el miedo se hizo presente. Me convertí en la eterna detestada...... ¿Cuánto tiempo aguantaría el amor?

-Primer asalto

El amor se hace fuerte y el príncipe destronado quiere formar su reino en un pequeño hogar. Nuestro primer hijo, un varón y la madrecilla lo intenta robar sin compasión, ahora sí, lucha de titanes y lo que yo parí se queda aquí. Que difícil es amar desde la soledad en compañía, pero aquel amor me había elegido a mí por algún motivo y casi sin saber cómo, los años se sucedieron. La lucha era constante y el daño recibido era capaz de atravesar muros para entrar en mí mente y acabar conmigo desde el interior. La vida se me hacía cruel y el amor tambaleaba, pero habían pinchado en hueso y ésta luchaba. En la lucha, mí salud mermaba a pasos agigantados, pero conseguí engendrar a mí princesa, que trajo nuevas esperanzas de felicidad.
-Segundo asalto

El príncipe destronado era feliz en su hogar, pero seguía marcado por la indiferencia de la madrecilla y ésta, descargaba su furia en él por haber creado su propio reino y no haberle cedido sus vástagos. La madrecilla lo dañaba restregándole en su cara un excesivo amor hacia el hermano menor, curiosamente varón, mientras las hermanas copiaban la oscura sonrisa de la madrecilla. El príncipe destronado no se daba cuenta que estaba dañando a su familia, se centro en conseguir amor de la madrecilla, de ese que añoraba desde el destrono, a tan corta edad que no le dejó ni recuerdos y sin darse cuenta que aquello que le cegaba no era amor, era veneno, se alejaba más y más de su hogar. La madrecilla se engordaba del sufrimiento de aquella preciosa familia, de la que él se alejaba ganando ella la batalla.

-Tercer asalto

La madrecilla cruel como nunca, jugaba con el príncipe destronado y sus sentimientos, destrozándolo hasta el punto de jugar con la muerte. ¿Cuánto daño puede hacer una madre? Yo no entendía aquello, el amor tiene que ser libre y mis hijos amaban a su padre y él los dañaba como su madrecilla hacía con él, con la diferencia que mis hijos tenían una madre que los amaba libres. Ahí fue cuando entendí, por lo que aquel amor me había elegido a mí. Parada, inmóvil frente a mí amor destronado, casi  muerto, ví pasar momentos mágicos que no quería dejar escapar y renací de mis cenizas disponiéndome a salvarle la vida. A partir de ahora no se aceptarían asaltos, ahora se lucharía desde el amor.

-Aceptación

La madrecilla dentro de su ego, no quería matar a su príncipe destronado y se tuvo que apartar en contra de su voluntad. Yo había construido una carcasa que me protegería de ella y así, me dispuse a trabajar, sí bien sabía que no debería de bajar la guardia. El mal dispone de muchas caras. Descubrir las tropelías realizadas en nombre del amor de una madre me asqueaba, a la par que despertaba más misericordia en mí hacia mi esposo, el príncipe destronado. Tuve que aprender que él amaba a su madre, para recordarlo y repetirlo para poder mirarla. El recorrido no fue fácil y para cerrar heridas hubo que coserlas bien, sufriendo todos los miembros con cada puntada.

-Colorín colorado

El príncipe destronado aprendió a vivir sin trono y a valorar sobre todo a su familia, amando a su esposa y respetando a su madre"cilla" Todavía en algún silencio incómodo, se escucha la sonrisa maléfica de la madrecilla.

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